El director de la firma Econométrica, Ángel García Banchs, considera que un escenario de devaluación es bastante probable para el próximo año, debido a las presiones generadas por la falta de un flujo constante de divisas en el mercado.
-¿Existen políticas claras que lleven a bajar la inflación a un dígito, como lo ha señalado el presidente del Banco Central?
-Puede que baje unos puntos más, pero para el próximo año no creo que pueda seguir así porque no es improbable que ocurra una devaluación, lo cual realimentaría la inflación. Hay dos fuerzas contrarias operando el año próximo. A favor está que no es año electoral y los ajustes del salario mínimo probablemente no sean tan altos como este año. Por otro lado, existen presiones sobre las reservas internacionales. Están en una condición crítica desde el punto de vista histórico, no cubren más que cuatro meses de demanda total de divisas y no pueden reducirse más.
Igualmente, la demanda supera a la oferta de divisas en un 25 a 30%, lo que se traduce en que el Gobierno nacional ha tenido que endeudarse para cubrir esa brecha. Cuando la acumulación de deuda para equilibrar esa oferta y demanda pasa a ser costosa, como de hecho ya lo es, llega un momento en que la devaluación prácticamente ocurre con una altísima probabilidad, y eso presionaría al alza a la inflación, que yo no la veo por debajo de 25% para el año entrante.
-¿Cuánto tiempo le tomará al Gobierno lograr esa inflación de un dígito?
-No veo que sea posible reducir la inflación porque hay dos características del Gobierno que impiden eso. Una es su carácter petropopulista, que tiene mucho que ver con aumentar los salarios a un ritmo muy por encima de la productividad. La segunda condición que detiene esa meta de controlar la inflación es el propio carácter revolucionario del Gobierno.
Se dan transformaciones del marco jurídico, cambios que afectan el riesgo político, lo cual impide la acomodación de la capacidad productiva a la demanda porque las inversiones que hace el sector privado cada vez son más reducidas. Si no existe un sector privado dispuesto a reaccionar rápidamente con inversiones a los aumentos de la demanda, no conseguirás solventar el problema inflacionario.
Modelo sin futuro
-¿Qué aspectos positivos o negativos tiene ese modelo productivo que el Gobierno impulsa?
-Bueno, aspectos positivos son muy pocos porque significa no incrementar la inversión, significa simple y llanamente un pase de propiedad, de la propiedad privada a la propiedad del Estado, pero no significa nueva inversión, incremento de la capacidad productiva y mucho menos un incremento del empleo.
Desde el punto de vista de las variables clave, que son producción y empleo, no hay mayor efecto positivo, de ninguna forma podría haberlo. Al contrario, las expropiaciones pudieran desincentivar, como lo han hecho, la iniciativa privada y ha creado efectos muy perversos sobre la economía.
-¿Son sostenibles las inversiones que el Estado pueda hacer en las empresas estatizadas?
-Es sostenible solo si generan rendimientos y las empresas necesitan generar beneficios. El rol social de los beneficios tiene que ser defendido porque no hay forma de financiar la reinversión de la producción sin registrar beneficios. Es lo que hace posible hacer crecer la producción. Las poblaciones crecen, los mercados crecen, y lo único que financia eso son los beneficios de las empresas. Una empresa que no genere beneficios está destinada a desaparecer. Claro, los gobiernos tienen, a diferencia de los privados, la posibilidad de socializar pérdidas, fijando tributos a la población o reduciendo sus gastos.
No creo que ese modelo productivo le haga ningún tipo de bien al país. El gobierno más bien debería concentrarse en lo que debería ser su rol natural que es la producción de bienes y servicios públicos. Si no cuenta con esa capacidad ¿se va a poner a competir con las empresas privadas? Falta vialidad, un sistema eléctrico eficiente, aeropuertos modernos, hospitales que funcionen.
-¿Qué pasos debería seguir el Ejecutivo para superar la coyuntura económica?
-Prácticamente todas las políticas gubernamentales son erradas. No salvaría ninguna de ellas porque todas están permeadas por elementos ideológicos que han quedado en el pasado y que van a resolver los problemas de la vida real. El mundo real es una Venezuela con la mayor inflación del planeta, persistente, que además no existe desde este gobierno sino desde mediados de los años 70.
Resolver ese tema pasa por modificar totalmente la política cambiaria, no tener un tipo de cambio sobrevaluado. Un tipo de cambio de equilibrio no puede estar por debajo de 7 bolívares.
El gobierno deliberadamente mantiene una política de sobrevaluación para abaratar las importaciones y generar una sensación de falsa riqueza porque tenemos una renta petrolera. Si no la tuviéramos, las sobrevaluaciones en Venezuela durarían meses, no años.
No se pueden aumentar los salarios a un ritmo superior a la productividad. Cuando un gobierno decide aumentar los salarios en 16% y el producto físico por trabajador disminuye 3% ya te das cuenta que hay un aumento en los costos de producción, habrá inflación y esos mayores costos se pasarán a los consumidores, que son los propios trabajadores. No debe ser desde un palacio de Gobierno donde se decidan los aumentos salariales sin tomar variables claves de la economía.
La política fiscal también debe ser reformada. No puede ser que esté estrechamente ligada a la renta petrolera. Tiene que existir una tasa de crecimiento del gasto público que sea constante en el tiempo. Eso hasta ahora no ha pasado, ni con este Gobierno ni con los anteriores.
El Universal
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