En particular la misión vivienda que se plantea un reto de magnitudes colosales en un plazo relativamente breve.
Lo que cabe preguntarse, más allá de si es conveniente seguir aumentando la deuda interna del país, es si ese dinero es lo (único) que hace falta para que las misiones funcionen verdaderamente cosa que todos deseamos- o si se trata de algo que se va a convertir en un gasto, como tantos más (educación, salud, defensa), del que luego sólo podrá hacerse referencia como "desembolso" pero sin logros específicos asociados.
En efecto, cuando los economistas evalúan un gasto o una deuda, lo hacen sobre la base monetaria, vale decir de si han ocurrido y en qué magnitud, pero no sobre la base de montos y rendimientos como se hace en el ámbito empresarial.
Por eso uno escucha comentarios bastante doctos sobre los desembolsos del gobierno tal en materia de salud o de educación, y si tales gastos (o inversiones) son importantes o aun peligrosos tomando en cuenta su magnitud, comparada al producto del país.
Pero nunca se hace un análisis sobre la efectividad de esos gastos ya que la macroeconomía no fue creada para tales fines y, por lo tanto, carece de los instrumentos de medición apropiados.
Lo único que puede afirmarse es si hubo el desembolso y cómo se financió: con deuda como en este caso, o con impuestos o ingresos regulares (que no es el caso).
De hecho cuando hay un desbalance sostenido y creciente (que es el caso) entre gastos e ingresos, los economistas alertan sobre la inflación que se puede generar.
Este último tema de la inflación es interesante, sin embargo, porque como sugería en un artículo anterior, da una idea indirecta de si ese gasto se transforma en producto (y por lo tanto empleo e ingreso para la gente) o simplemente aumenta los precios de lo que hay para comprar o vender en el país.
Tal Cual Digital
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