Argumenta que “el consumo es el componente del PIB con mayor impacto sobre el crecimiento económico, constituyó el 71,9% del PIB y el 58% de la demanda agregada interna, acumulados entre enero y septiembre de 2010″.
El crédito al consumo, sostiene, es un elemento vital para imprimir o mantener el dinamismo de la actividad económica. La correlación entre las tasas de variación de los créditos al consumo en términos reales y el consumo final privado real es de 94,7% . Es decir, .muy elevada.
Por ello, “establecer límites a la cartera destinada al consumo impone claras restricciones al crecimiento de la economía, especialmente e el corto y mediano plazo”.
Grasso Vecchio agrega que en “Venezuela el grueso del crédito al consumo no se destina al consumo suntuario, sino que, por el contrario, casi en su totalidad se destina a financiar la adquisición de bienes y servicios fundamentales para la vida de los hogares, incluso en los estratos socio-económicos más bajos”.
“Gran parte de este crédito, que se canaliza en buena medida a través de tarjetas de crédito financia el consumo de bienes y servicios esenciales, como alimentos, medicinas, suministros del hogar, servicios básicos del hogar (electricidad, agua, telefonía), entre otros, así como la adquisición de bienes durables primordiales, como lo son los bienes de línea blanca y marrón”, refiere el economista.
Adicionalmente muchas familias atienden necesidades de financiamiento de rubros como salud y educación con el plástico.
Los señalamientos de Grasso Vechio fueron realizados en el Foro Impacto de la Ley de Bancos, realizado la mañana de hoy y en el que además participaron como expositores José Ignacio Hernández, Ricardo Carbonell y Alejandro Cáribas.
El Universal
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